LA ADOLESCENCIA COMO MOMENTO DE CONSTRUCCIÓN SUBJETIVA
1.
INTRODUCCIÓN
Poder pensar a la adolescencia como un momento ya es algo
que es común en el decir colectivo. Pensar a la adolescencia como un momento de
construcción subjetiva es algo ya un poco más complejo.
Como plantea Stella Maris Firpo, el adolescente es visto
como un mutante, como un bicho raro. Como algo que está en el medio. Algo a lo
que pareciera que no se le da mucha importancia en lo teórico desde el campo de
la psicología.
Al estudiar la construcción subjetiva de los seres humanos se
tiende a caer en un reduccionismo al solo considerar los desarrollos de las
personas en la infancia y en la adultez; Pero ¿Qué ocurre en el medio?
En el psicoanálisis se han tratado cosas referidas a los
adolescentes solamente que están un tanto ocultas dentro del gran universo
teórico propuesto por Sigmund Freud, sea porque los descubrimientos de Freud
sobre las cuestiones vinculadas a la infancia se hayan dado por observar
ciertas conductas en los adultos, lo cual ha llevado a que haga poca referencia
a esta etapa “Intermedia” o incluso por algunas cuestiones referidas con la
traducción e interpretación de la palabra adolescencia, ya que si bien existía,
se la confundía en ciertas ocasiones con la palabra “pubertad” lo que genera
aún más confusión.
Pensar a la adolescencia desde el psicoanálisis es algo que
si bien puede tornarse nebuloso, es en efecto posible e incluso teóricamente
sustentable, pero al hablar de una construcción subjetiva es también clave
tener en cuenta ciertos fenómenos y cuestiones que llevan a que el adolescente
establezca conexiones con el mundo exterior, para así poder crear un nexo entre
el mundo que lo rodea y su mundo interior.
Desde las identificaciones que él adolescente establece a
nivel inconsciente, pasando por el sentimiento de sí, la barrera del incesto y
el ideal del yo, pensar al adolescente se puede tornar más ameno de lo que
parece.
Puede considerarse una etapa intermedia entre la niñez y la
adultez, un momento en donde se consuma el hallazgo de objeto, preparado desde
la más temprana infancia. Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba
todavía conectada con la nutrición y la pulsión tenía un objeto fuera del
cuerpo propio: el pecho materno (S. Freud. “Tres ensayos…” Capitulo III [5.] El
Hallazgo de objeto. Amorrortu editores)
La pubertad por lo tanto tiene su lado psíquico que tiene
que ver con el hallazgo de objeto (Firpo S.M. 2015) y este hallazgo como diría Freud
no es más que un reencuentro con algo que se creía perdido. Se creía perdido gracias al ingreso al
periodo de latencia donde corresponde a una intensificación de la represión y una transformación
de las catexis de objetos en identificaciones con los padres y un
desarrollo de las sublimaciones (Laplanche, Jean (1996). Diccionario
de psicoanálisis. Barcelona: Paidós. p. 209)
Por lo tanto hay mucha tela
por cortar si queremos hablar de la adolescencia desde una perspectiva
psicoanalítica y como un momento de construcción subjetiva.
2.
LA
ADOLESCENCIA COMO UN MOMENTO
Se puede hablar de adolescencia como etapa, como un momento
en el desarrollo y crecimiento de los seres humanos. Incluso muchos insisten en
ponerle un tiempo determinado, que de tal edad a tal edad, que es una condición
la cual se extiende incluso pasados los dieciocho años o incluso algunos sostienen
que es algo de lo cual muchas personas nunca han podido salir o superar.
Primero que nada hay que entender que sea breve o
extendida, la adolescencia es una travesía, no se pertenece a una edad, se la
atraviesa. (Firpo, S.M. La Construcción Subjetiva y social de los adolescentes.
2015 Tercera edición. Letra Viva. p. 32)
Cuando se atraviesa algo en la vida, sea una etapa o un
momento en la vida, o incluso un viaje o una aventura, siempre hay cosas de las
que uno no puede prescindir: Uno antes de la travesía es uno, pero en el
transcurso y en el final, es otro. Uno ocupa un lugar y ve el lugar del otro de
una manera, pero al atravesar por ciertas cosas, el lugar del otro cobra un
mayor significado. Por ejemplo, es sabido que en la infancia, la figura de la
madre como otro es determinante para la supervivencia y el desarrollo del niño;
desde el psicoanálisis sabemos que la madre (en especial el pecho) es nuestro
primer objeto de deseo, cuando el niño ingresa en el complejo de castración y
logra sepultar el complejo de Edipo, las cargas pulsionales puesta en los
objetos parentales se desexualizan y se vuelven tiernas.
Tanto la madre como el padre, tuvieron un papel en el
psiquismo del niño, el cual cambiaría en el ingreso a la pubertad. La madre
nutricia vista como un objeto sexual, ahora pasaría a ser una madre tierna,
mientras que el padre protector que era visto como un enemigo o alguien que
podría afectar el vínculo incestuoso que el niño pretendía con la madre, ahora
pasa a ser introyectado como un superyó lo cual permite que el niño empatice
con él.
Por lo tanto, la idea de que uno es una persona antes de
una travesía y luego de atravesarla es otra no solo aplica para la construcción
subjetiva de cada uno, sino que también los objetos y personas del mundo
exterior, pasan a ser distintos para nosotros, ya que eran algo antes de pasar
por una etapa, pero luego de transitarla, percibimos al otro como (valga la
redundancia) si fuera otro.
En efecto, para un correcto ingreso en la etapa
adolescencia, es fundamental un correcto desarrollo y cierre de las etapas o
momentos previos (la infancia y la pre-adolescencia). Por eso es fundamental el
hecho de que los padres vuelquen su ternura sobre el niño para así evitar
despertarle la pulsión sexual prematuramente (Freud. 1905) y es gracias a esto
que la persona va a poder erigir, junto a otras inhibiciones sexuales, la barrera del incesto e implantar los preceptos morales que
excluyen expresamente la elección de objeto. (S. Freud. “Tres ensayos…”
Capitulo III [5.] El Hallazgo de objeto. Amorrortu editores)
Si no hubiese sido por el trato tierno que los padres
tienen para con el niño, se hubiera dado la situación de que este luego en la
adolescencia, escoja como objetos sexuales justamente a personas a quienes desde
su infancia ama, por así decir, como plantea Freud en la metamorfosis de la
pubertad, por una libido amortiguada. Según Firpo, la tensión sexual en la
pubertad genera que varios elementos incestuosos del momento anterior vuelvan a
salir a la luz y es gracias a la barrera del incesto que se pueden reprimir
estas tendencias.
El respeto de la
barrera del incesto es sobre todo una exigencia cultural de la sociedad (Freud
1905) a propósito de esto Freud dirá:
“Los individuos,
pero especialmente en los muchachos adolescentes, echan mano a todos los
recursos para aflojar los lazos que mantienen con su familia. Los únicos
decisivos en su infancia.”
“Pero la elección de objeto se consuma primero en la esfera
de la representación y es difícil que la vida sexual del joven que madura pueda
despegarse en otro espacio de juego que el de las fantasías, o sea,
representaciones no destinadas a ejecutarse”
(S. Freud. “Tres ensayos…” Capitulo III [5.] El Hallazgo de
objeto. Amorrortu editores. p. 205,206)
Respecto a esto podrían interpretarse varias cosas, si
hablamos de lo que es la elección de objeto, el planteo Freudiano nos dice que
en la adolescencia en los varones el objeto de amor va a ser una mujer madura y
el de la niña un hombre mayor, vale decir imágenes maternas y paternas (Firpo
S.M. 2015 p. 63)
Establecer la barrera del incesto, supone algo esencial
para el sepultamiento del complejo de Edipo. Esta barrera prohibitiva es lo que
genera la eficacia en intervenir en la satisfacción naturalmente buscada (Firpo
2015) El problema en la adolescencia, es que precisamente no hay prohibiciones,
sino, como plantea Firpo, hay ausencias de las mismas.
En la adolescencia, alejarse de los vínculos familiares, es
decir los que fueron los más importantes y decisivos en la infancia, supone que
los objetos de deseo ahora puedan ser proyectados en la exogamia. Si bien según
como plantea Freud en Introducción del Narcisismo, a causa de la
sobreestimación sexual se buscara amar a alguien a quien poder transferirles
los caracteres del narcisismo de la infancia en el niño y en la niña, la
sobrestimación sexual, deparara una prolongación de su narcisismo infantil lo
que generaría que no se satisfaga amando sino siendo amada, cuando se entra en
la pubertad es que de a poco se empezaran a notar estos cambios.
La adolescencia como un momento está marcada y atravesada
por diversos cambios en la persona, tanto corporales como psíquicos, lo
importante a tener en cuenta cuando se habla de la adolescencia como “Momento”
es pensarla como algo fronterizo, que si bien tiene caracteres que pueden
llegar a prologarse y observarse en la etapa adulta, tiene sus características
propias y fenómenos que son propios de este momento.
Desde el psicoanálisis se puede notar una tendencia a
marcar bien las diferencias entre las etapas en el desarrollo psíquico de las
personas, pero en el caso de la adolescencia, más que un aspecto estructural se
puede notar como una especie de “colección de saberes” los cuales hay que ir
detectando a lo largo de la obra Freudiana para poder anudarlos y así
establecer una grilla teórica que nos permita analizar el tema en cuestión.
3.
LA
ADOLESCENCIA COMO CONSTRUCCIÓN SUBJETIVA
Para hablar la adolescencia como una construcción
subjetiva, me parece fundamental mencionar y desarrollar el concepto de Ideal del yo propuesto por Freud en
Introducción Del Narcisismo.
Antes de hablar de un Ideal del yo, es menester hablar de
su predecesor el “Yo Ideal”. Es un concepto freudiano que alude a un narcicismo
primario “normal”, estructural a todo humano: “…Nos formamos así la imagen de
una originaria investidura libidinal del yo, cedida después a los objetos;
empero, considerada en su fondo, ella persiste, y es a las investiduras de
objeto como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que emite.” S. Freud,
Introducción…, pág. 73, Amorrortu.
Freud investiga una instancia infantil, originaria en la
constitución subjetiva, en la que el yo sería al principio investido de libido,
antes de cederla a los objetos. Esa primaria investidura de libido en el yo, el
narcisismo primario, corresponde al primer yo, al yo ideal, y se caracteriza
por poseer determinadas características: “delirio de grandeza”, desinterés por
el mundo externo, omnipotencia del pensamiento, magia, etc.
Pero, ¿De dónde procede este yo ideal, esa carga primaria
de libido en el yo? Para Freud, no se nace con ella, sino que el yo ideal se
tiene que desarrollar. Pero el va a destacar que lo primero son las pulsiones
autoeróticas porque son pulsiones parciales, primordiales es decir que se
establece un estado erótico en el cual las pulsiones se satisfacen parcialmente
en cada zona erógena.
Quiere decir, que cada pulsión se satisface por su cuenta
en una parte o zona del cuerpo. Sobre este estado primitivo de satisfacción
parcial y autoerótica se va a implantar el yo ideal, que va a gestar la imagen
de un cuerpo unificado, ya que desde este estado temprano del desarrollo, el
niño se va a empezar a reconocer en una imagen especular como una persona
humana.
El narcisismo primario que suponemos que hay en toda alma
infantil, es producto del trato de los padres tiernos hacia sus hijos. Esta
sobreestimación parental va a contribuir a dibujar o desdibujar un cuerpo y un
yo primitivo, yo ideal.
La sobrestimación parental hacia el hijo, sería una
reproducción del narcisismo de los padres, ya abandonado por los mismos. Se
atribuye en el niño, toda la perfección posible, porque se revive un antiguo estado
de felicidad que contenía el narcisismo inicial de los padres.
Por lo tanto para Freud, el yo ideal constituye un
narcisismo infantil como “poseedor de todas las perfecciones”.
Pero ¿Qué sucedió en el adulto donde ese estado de
perfección otorgado por el yo ideal se encuentra amortiguado? La pulsión sexual
como es sabido, se le ha puesto un freno a la pura satisfacción a través de la
represión. La represión parte del yo, es decir que surge algo nuevo, un ideal
que mide al yo actual y le impone ciertas exigencias.
Aparecería entonces una nueva división de instancias,
entiendo que la función de la conciencia moral no se confunde con el reciente
“Ideal del yo” el cual es “lo que quiero alcanzar en el futuro”, “lo que quiero
ser”.
“La incitación para formar el ideal del yo, cuya tutela se
confía a la conciencia moral, partió en efecto de la influencia crítica de los
padres, ahora agenciada por las voces, y a la que en el curso del tiempo se
sumaron los educadores, los maestros y, como enjambre indeterminado e
inabarcable, todas las otras personas del medio –los prójimos, la opinión
pública. “ –S. Freud, Introducción…, pág.
92, Amorrortu.
Quiere decir que, el mecanismo de la represión, -mediado
por la conciencia moral-, da nacimiento al ideal del yo. Es la represión la que
instalaría una separación, una “herida narcisista”, que nos distanciaría de
nuestro yo ideal.
Entonces podemos suponer que el ideal del yo, sería una
instancia interna al individuo, que se constituye como un proyecto futuro,
“aquellas realizaciones que el sujeto quiere alcanzar en el mañana, que le
faltan en la actualidad” –aquello que querría ser y no es por estar limitado en
su narcisismo.
Por lo tanto, se puede pensar al ideal del yo en muchos
aspectos. Es un concepto axial entre lo individual y lo colectivo. Y respecto a
la construcción subjetiva del adolescente, podemos notar que en la adolescencia
se desarrolla la conformación del ideal del yo.
No debe confundirse ideal del yo con el superyó, el primer
como mencione anteriormente, es lo que traza las metas del yo actual, mientras
que el superyó el producto de la conciencia moral y actuaría a modo de
instancia criticadora para el yo. Aunque de todas maneras el ideal del yo
pareciera un superyó, está muy lejos de serlo.
Pensar entonces, al Ideal del yo en la adolescencia, es
algo complejo y que se puede tomar desde varios ejes. En mi caso me gustaría
relacionarlo con el capítulo III. De Alt-todo en No Logo el poder de las marcas
de Naomi Klein.
A lo largo de este capítulo, Klein marcará notablemente la
importancia que supone para las empresas los mercados juveniles y el como en
muchos casos son la base principal de sus ingresos.
Klein toma como ejemplo a los adolescentes de los años ’90.
Lo interesante de tomar a esta época es porque según la autora 1992 fue el
primer año desde 1975 en donde la cantidad de adolescentes en el mundo comenzó
a aumentar.
Hay una frase que me gustaría destacar para seguir hablando
del ideal del yo: “Sus padres podían haber cuidado su dinero, pero los hijos
estaban dispuestos a pagar para ser aceptados” (N. Klein 2009 p. 98)
La última parte de
la frase “Los hijos estaban dispuestos a pagar para ser aceptados” nos indica
un par de cosas, primero que el consumo puede llegar a ser muy determinante a
la hora de ir conformando el ideal del yo y segundo, pareciese que el ideal del
yo se nutre de lo social para imponernos cosas.
Cuando un adolescente se encuentra en un ámbito social
donde las personas de su entorno hacen x cosa, en algún punto se va a sentir
identificado por las acciones o los consumos de aquellas personas, lo que lleva
a que su yo ideal, le trace metas y exigencias para poder ser “digno” de mantener
su lazo social con las personas que quiere.
Por otra parte, los padres siguiendo la línea de su
sobrestimación parental, siempre tratarán de hacer feliz a su hijo como sea
(más teniendo un hijo adolescente y sabiendo lo frágil que se puede tornar al
no cumplirle alguna “maña”) Si las condiciones económicas se dan, los padres
accederán a las demandas de consumo de su hijo. Porque al fin y al cabo,
pareciera que también el Ideal del yo sería alimentado de alguna manera por la
sobrestimación parental y su “majestad el bebé” parece haber extendido
demasiado su reinado…
Pero volviendo a lo que plantea N. Klein en Alt. Todo, en
los ’90, las empresas atravesaron un período de energía creativa. Lo cool, lo
alternativo, lo joven o como se quiera llamar, constituían la imagen perfecta
para que las empresas pudieran empatizar con los jóvenes.
La búsqueda de ¿Qué es lo cool? No solo supone un desafío
para las empresas, sino también para la construcción subjetiva de los
adolescentes. Las angustiosas incertidumbres de la adolescencia son ahora las
preguntas millonarias de nuestra época (N. Klein 2009 p.99) Porque la cuestión
de “que es lo cool” es impuesta por las empresas, las cuales siguen alimentando
las exigencias del ideal del yo en la masa adolescente.
Por lo tanto podríamos suponer que el ideal del yo frente a
una sociedad de consumo en el adolescente, es alimentado tanto por las empresas
que imponen modas y cosas que suponen cierta identificación en los adolescentes
en general, así como también los padres que tienden a cumplir las exigencias de
sus angustiosos hijos.
Hay algo importante a destacar acá y tiene que ver con el
sentimiento de sí, de culpa y de angustia que sienten tanto los adolescentes
frente a una nueva “exigencia” proveniente de afuera que no puede ser cumplida
acompañada de la frustración de su ideal del yo; y también la culpa y el
remordimiento de los padres al no poder cumplir en todos los casos con las
demandas de sus hijos, lo cual también lleva a que su ideal también quede
frustrado. No hay nada más doloroso para un padre que no poder darle a su hijo
todo lo que este quisiera tener.
En esta nueva creciente generación de adolescentes consumistas,
se producirían alteraciones en el principio de placer/realidad ya que aquí se
puede notar alguna que otra prolongación de actitudes adolescentes en los
jóvenes adultos. Klein dirá:
“Afortunadamente muchos veinteañeros habían ingresado ya en
el mercado laboral. Como buenos capitalistas, muchos de estos jóvenes
trabajadores percibieron la oportunidad que se les presentaba: adoptar la
juventud como profesión”
Esta idea de lo cool, lo que está de moda, lo que está en
onda, llevo a que muchos adolescentes lo introyectaran demasiado en su Ideal
del yo, a tal punto que se volvió un carácter esencial en el mismo. Y teniendo
en cuenta que la conformación del ideal del yo comienza su etapa de “cierre de
admisión de referencias” entre los 17 y 18 años, es normal observar ciertos
comportamientos en los jóvenes adultos análogos a los de un joven de 16 años.
“El mundo del marketing se apoderaba de nuestra identidad y
de nuestros estilos e ideas” plantea Klein en Alt-Logo y no puede estar más en
lo cierto. La identidad podría ser algo similar a hablar del Ideal. Nuestro
ideal se ve alterado por lo que nos rodea y que creemos que de alguna forma nos
hace únicos y distintos, pero al fin y al cabo nos vemos sometidos en una masa
amalgamada que trata de sentirse bien consigo misma haciendo lo que hace el
resto.
4.
LA
CONSTRUCCIÓN SUBJETIVA COMO UN MOMENTO EN LA ADOLESCENCIA
Como se vió en el punto anterior, el trabajo de Naomi Klein
nos permitió pensar en cómo la sociedad consumista lleva a que los adolescentes
en su subjetividad terminen absorbiendo caracteres impuestos por las empresas y
las marcas y como esto implica que el ideal del yo se torne un “tirano” al
poner como metas cosas inalcanzables en ciertos puntos, provocando que el
sentimiento de sí y la culpa por no pertenecer a un determinado grupo de
personas que sigue tal o cual movimiento aumenten constantemente e incluso como
eso puede llegar a prolongarse incluso hasta en la adultez.
Ahora quisiera desarrollar a través del pensamiento de
Rodulfo, como más técnicamente se desarrolla la adolescencia en función del
lugar del otro. El autor planteará que la adolescencia no se puede inaugurar
sin la aparición del extraño allí, sin verse como extraño. (Rodulfo, R. “El
adolescente y sus trabajos… Paidós 1992 p. 160) esto hace referencia a un
término que el autor menciona de la autora Cristina Hornstein, el cual es el
“desamparo puberal” lo cual significa dejar de estar protegido por la imagen
especular que poseemos y es lo que según Rudolfo, inaugura verdaderamente la
adolescencia.
A lo que se refiere lo planteado anteriormente, nos remite
a la idea que intente plantear en el punto número 2, la idea del otro, de verse
como otro. De ser uno antes de la adolescencia y terminar siendo otro al
ingresar a la misma. La idea de que la persona que vemos en el espejo cuando
ingresamos en la adolescencia no es más que una versión nueva de nosotros
mismos, deviene a que ahí a que percibamos esta reciente nueva imagen especular
como “ver a un extraño”. Al verse como otro dirá Rudolfo, el adolescente ahora
se dirige ahora no hacia su familia sino hacia todo el campo de lo social.
El hecho de que la familia ya no sea el lazo de dependencia
indispensable en la vida del adolescente, supone que ahora el ya no niño,
pasara a poder cumplir con las demandas de su creciente y en formación ideal
del yo, creando lo que Peter Blos llama como “base de consolidación” lo cual
supondría verse en el otro, pero otro un poco más abstracto que el de la
infancia (Rudolfo, R. 1992)
La adolescencia, siguiendo con el pensamiento de Rudolfo,
es el tiempo decisivo donde se define si algo va a quedar en el plano de lo
reprimido o si va a sufrir un cierto grado de sepultamiento (Rudolfo p. 161) ya
que es un proceso que cierra un ciclo que se encuentra en un constante cambio
desde la represión originaria.
La construcción subjetiva como un momento en la
adolescencia es pensar en que es EL momento. En psicoanálisis cuando planteamos
la idea de la construcción del psiquismo, establecemos categorías y cuestiones
propias de cada momento, si bien como he desarrollado a lo largo del ensayo, es
algo muy complejo de ser encasillado como una simple definición, en esta
ocasión me gustaría quedarme con la siguiente reflexión de Rodulfo:
“Pensaría a adolescencia como una tentativa de curación de
la niñez pero que, claro está no debe terminar en la destrucción masiva de
todos los elementos que conformaron la niñez…, no todo debe ser sepultado, la
continuación de la vida necesita, si no matrices, al menos material.” (Rodulfo,
R. “El adolescente y sus trabajos… Paidós 1992 p. 162)
5.
CONCLUSIONES
La intención de este breve ensayo fue tratar de desarmar su
título “la adolescencia como momento de construcción subjetiva” y desglosarlo
en tres subtítulos distintos para poder tratar de explicar bien y al detalle lo
que considero que es la adolescencia como momento de construcción subjetiva.
En el primer punto aborde cuestiones vinculadas sobre cómo
está implícito en el psicoanálisis el tema de la adolescencia y desarrollé
algunos temas tratados por Freud en tres ensayos para una teoría sexual lo que
terminaría por considerar y relacionar a la adolescencia como un momento donde
se produce un hallazgo del objeto que se creía perdido en el silenciamiento de
las pulsiones sexuales producto del período de latencia.
En el segundo punto desarrolle ejes teóricos tales como la
barrera del incesto y el lugar del otro para poder hablar de cómo se llega a la
adolescencia superando y atravesando etapas previas y el desarrollo de las
mismas. De ahí a que el punto se especializa en tratar a la adolescencia como
momento.
El tercer punto está dedicado íntegramente a un eje teórico
que considero que es el más importante para hablar de adolescencia y es el
concepto de Ideal del yo (con un ulterior desarrollo de la noción del Yo Ideal)
por eso es que me enfoco en tratar a la adolescencia como construcción
subjetiva y relaciono varias cosas que se vinculas al termino ideal del yo con
lo que plantea Naomi Klein en el capítulo tres de “Alt-Todo” donde se aborda
que cosas como las marcas, las modas y tendencias tienden a influir
rotundamente en el ideal de los adolescentes (y de sus padres) y de como de
alguna manera afecta a que la construcción y subjetivación del adolescente se
torne más prolongada y se logre inscribir en la vida adulta en algunos casos y
como cosas como el sentimiento de sí y la angustia terminan siendo caldo de
cultivo para las empresas que intentan instaurar el consumismo a como dé lugar
en los jóvenes, así como también que tanto puede afectar a los jóvenes “no
estar en onda”
En el cuarto y último eje, doy vuelta nuevamente el titulo
inicial y ahora trata a la construcción subjetiva como un momento en la
adolescencia, un momento, un “ahora” donde se produce si se quiere un quiebre
respecto al ser adolescente y ser un niño lo cual nos lleva a pensar nuevamente
en ejes como el lugar del otro y el ingreso a la exogamia gracias a la barrera
del incesto.
La adolescencia como momento de construcción subjetiva
supone un desafío para quien quiera adentrarse en su estudio. Es una
construcción, porque se van conectando cosas que hasta ese momento no tenían
conexión. Es subjetiva, porque es algo interno el cual cada uno lo atraviesa de
manera distinta. Es un momento, porque requiere de tiempo, requiere de poder
pensarlo como algo clave para el desarrollo psíquico de las personas, por más
de que en el campo de la psicología y el psicoanálisis quede delegado a un
simple termino que puede estar traspapelado en el gran mar de los conceptos
freudianos.
BIBLIOGRAFÍA
Firpo, S.M. – La construcción subjetiva y social de los
adolescentes. Tercera edición. Letra Viva. 2015.
Freud, S. – “tres
ensayos para una teoría sexual” [5.] el hallazgo de objeto. Amorrortu editores.
Freud, S. – “Introducción del narcisismo”. Amorrortu
editores.
Klein, N. – Alt- Todo. Cap. III “el No Logo el poder de las
marcas”. Paidós. Buenos Aires. 2009.
Rudolfo, R. – El adolescente y sus trabajos. En del
significante al pictograma a través de la práctica psicoanalítica. Paidós.
1992.
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